Las Olimpiadas Tokio 2020 + 1 han llegado a su fin. Cada deportista, cada equipo, cada delegación, recordará estos Juegos Olímpicos de una manera única. Ya no solo por los resultados, que han podido ser positivos o negativos, esperados o inesperados, sino también y sobre todo por lo especiales que han sido.

Por primera vez en unos Juegos Olímpicos, ya sean antiguos, cuyo nacimiento fue el año 776 AC en Olimpia, Grecia, o modernos, cuya celebración fue entre el 6 y el 15 abril de 1896 en Atenas (Grecia) no había ocurrido que las Olimpiadas se celebrasen sin público. El Covid-19 ha sido el causante de dicho suceso y ha amenazado hasta el último momento con incluso suspender los Juegos.

Estas Olimpiadas serán recordadas por la “retirada parcial” de la gimnasta Simone Biles alegando problemas de “salud mental” como ella mismo dijo. Hemos visto como el aspecto mental es fundamental para conseguir alto rendimiento. El campeón olímpico no es únicamente un deportista que tiene grandes dotes físicas, técnicas o tácticas. El campeón olímpico, además, es un superdotado a nivel mental, capaz de ser resiliente a cualquier situación o circunstancia. Pero no hay que olvidarse de que por supuesto es humano.

Este tema no es nuevo. Michael Phelps en un documental de HBO aparece tratando este tema. “The weigth of Gold” (nombre de dicho documental) que traducido al castellano significa “El peso del Oro”, narra las consecuencias que padecen muchos deportistas al retirarse de la competición, que puede derivar hasta en depresión. Cuando ya no eres el foco de atención, cuando las cadenas no te entrevistan, cuando no sales en la prensa o cuando no estás en los estadios donde te aplauden, el deportista puede sentir un gran vacío que como decíamos puede acarrear consecuencias a nivel mental y emocional graves.

También está el otro lado de la moneda. Nos referimos a que en otras ocasiones el deportista o en equipo es capaz de gestionar de manera positiva y constructiva tanto la derrota como la victoria. En este sentido, yo he tenido la fortuna de vivir en primera persona esta situación. Cuando no te aferras al resultado, a la medalla de oro y simplemente das lo mejor de ti, si consigues la medalla, encima la disfrutas y se convierte en una experiencia transcendental.

Alberto Fernández, después de no meterse en la final de tiro olímpico en la modalidad individual y ser eliminado en la muerte súbita, comentó que se sentía satisfecho por el trabajo realizado, que había disfrutado de la competición y que no quedaba otra que felicitar a sus rivales y pensar en la segunda y última oportunidad que tenía en la competición por equipos mixto. Ahí fue donde el tirado español dio todo un recital de control mental estando tranquilo y concentrado de principio a fin. 99 aciertos de 100 auparon a la pareja formada por Alberto y Fátima a lo más alto de pódium. Alberto volvió a comentar que se lo había “pasado pipa” durante la competición.

Esta actitud es la actitud del verdadero campeón. Una persona que sabe ganar y que también sabe perder es un gran ejemplo para los niños y para la sociedad de cómo hay que afrontar el deporte y la vida tanto cuando no va bien como cuando nos va mal.

Las Olimpiadas Tokio 2020 tocan a su fin. Esperaremos esta vez 3 años hasta que en París 2024 volvamos a poder disfrutar de otros Juegos Olímpicos (esperemos que ya con público).

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