La otra cara del fútbol

 

Siempre que se habla de fútbol se suele hablar del dinero, del negocio, del rendimiento o incluso de noticias negativas sensacionalistas. Pero la otra cara del fútbol, la esencia de este deporte, no suele estar en primera plana en los periódicos, o en las cabeceras de radio o televisión.

Sin embargo, el otro día leí una noticia en un periódico deportivo curiosa y a la vez interesante. Hablaba de la final de la Copa Intercontinental (equivalente al Mundialito de Clubes actual) del año 1992. Ese año jugaban en Tokio el F.C. Barcelona de Johan Cruyff y en Sao Paulo de Tele Santana.

Curiosamente los dos equipos se alojaban en el mismo hotel (cosa poco probable en la actualidad), junto con los árbitros del encuentro (cosa menos probable todavía).

Después de cenar, en el hall de dicho hotel se sentaron a charlar de fútbol los dos entrenadores y cuando pasó por allí el colegiado del partido le invitaron a quedarse con ellos. El árbitro argentino Juan Carlos Loustau, dice que se quedó sorprendido pero aceptó la invitación. También comenta después de tantos años que fue una de las experiencias más fantásticas y significativas que tuvo en todos sus años de carrera: el día antes de jugar una final el juez del partido y los técnicos de cada equipo se sientan a charlar del fútbol y de la vida.

Para Loustau esa noche fue un regalo. Pudo escuchar de primera mano lo que pensaban acerca del fútbol dos referentes. Y vio el pacto al que llegaron los técnicos: si aquel 13 de diciembre de 1992 algún jugador del Sao Paulo o del Barcelona se descontrolaba o no respondía al buen fútbol que ellos predicaban como religión, lo sacarían de la cancha. Un pacto que ponía el fair play y la deportividad por encima del resultado y que hablaba de los valores humanos de los contertulios y de lo que transmitían a sus jugadores y su afición.

El propio colegiado comentaba de esa noche lo siguiente: «Hablaban del fútbol como si fuera algo sagrado. Decían que interrumpir un partido con lesiones fingidas, esconder del balón o hacer una sustitución para ganar segundos no les resultaba válido«.

Cada persona es libre de utilizar las armas que crea necesario para disputar un partido pero lo que está claro es que tanto Johan Cruyff como Tele Santana querían ganar pero no de cualquier forma. Un ejemplo de juego limpio en el deporte y sin duda la otra cara del fútbol.