La esencia del juego

 

Una de las primeras cosas que hace un bebé cuando tiene unos meses es comenzar a jugar. Parece como si conociese la esencia del juego sin que nadie se lo haya explicado. El bebé sonríe a la madre o al padre, le quiere tocar con sus manos y produce sonidos y gritos que están invitando al progenitor a jugar con él.

Posteriormente cuando somos niños continuamos jugando. Juegos manuales donde me entretengo y desarrollo mi capacidad oculo-manual y mi cerebro; juegos sociales que me permiten interactuar, formar parte de un grupo, y tener herramientas para comunicarme y relacionarme de forma eficaz; juegos imaginativos que me permiten desarrollar mi mente, mis soluciones a problemas y un pensamiento más creativo.

El problema es que cuando vamos creciendo, el juego creativo y espontáneo va desapareciendo, o incluso a los niños se le prohíbe o no se les deja jugar a determinadas “cosas”: “no corras o saltes que te vas a hacer daño”, “no grites de esa manera que pareces una loca”, “eso no es de personas adultas”, son frases que en alguna ocasión hemos escuchado a nuestros padres, o adultos.

Estamos diseñados para jugar, pero no únicamente cuando somos niños, sino toda nuestra vida. Me atrevería a decir que el juego es fundamental para nuestra supervivencia. Lo contrario al juego no es el trabajo como muchos podríamos pensar. Lo contrario al juego es la depresión, el estar mal con uno mismo. Cuando alguien está contento, cuando alguien se siente pleno, lo que le apetece es jugar y pasárselo bien. Si nos pusiésemos a pensar en los mejores momentos de nuestras vidas desde que somos niños estoy seguro que en la mayoría de estas ocasiones los recuerdos son de momentos de juego: cuando eras pequeño y estabas con tu juguete favorito, cuando estabas de vacaciones en la playa o en la montaña con tu familia y corrías, saltabas, trepabas con total libertad, o cuando practicabas tu deporte favorito.

Actualmente hay científicos que están investigando sobre la repercusión que tiene el juego en la vida diaria e incluso en el desarrollo de las personas y en su trabajo. Algunas de las conclusiones que han obtenido es que el juego ayuda a las personas a tener un pensamiento creativo que le puede ayudar en su vida diaria e incluso en su trabajo profesional. Por tanto la supresión del juego hace que la persona no evolucione.

Estamos perdiendo oportunidades de mejora y de desarrollo al suprimir el juego, en vez de fomentarlo para seguir creciendo personal y profesionalmente. Esto es la esencia del juego.