Esta es la frase que me ronda últimamente la cabeza: “Hablando se entiende la gente”. Creo que es algo muy sencillo, pero que por unas cosas u otras lo estamos perdiendo o no realizando como se debe.

Estoy a favor de las nuevas tecnologías, pero también creo que hay que saber utilizarlas y saber cuándo utilizarlas. Antes cuando entrabas en una clase o en un vestuario, te encontrabas con personas hablando. Los alumnos y los jugadores sabían quién era el compañero que tenían al lado porque se contaban todo (de dónde eran, cuáles eran sus aficiones, a qué se dedicaban sus padres y cuántos hermanos tenían…).

Ahora, por el contrario, cuando llegas a una clase o entras en el vestuario de un equipo te encuentras a veinte o treinta personas cada una con su teléfono móvil hablando o escribiendo a otra persona que está a cientos o miles de kilómetros de distancia o viendo e interactuando en alguna de las redes sociales que están más de moda, sin intercambiar ni una sola palabra con el que está sentado a su lado. De esta manera pierden oportunidades de interactuar con tus compañeros, amigos o seres queridos.

Como digo no es ninguna crítica. Sé la utilidad de las nuevas tecnologías y que el mundo cambia. Pero creo que el contacto directo, el hablar, conocer y compartir con el que tienes al lado es muy necesario.

La gran variedad de medios y recursos que tenemos, junto con la facilidad para utilizarlos hace que nos comuniquemos menos entre nosotros. Antes si tenías que llegar a un lugar desconocido no utilizabas el “GPS” porque no existía. “Tirabas de mapa o callejero” y si no, preguntabas bajando la ventanilla del coche al primero que pasaba delante de ti (y lo bueno es que siempre llegabas a tu destino). Tampoco se tenía una televisión en cada estancia de la casa. Por tanto, si quería ver la tele, lo hacías en compañía de tu familia y se convertía en un lugar de encuentro familiar y de compartir.

Otra causa de la mala comunicación puede ser encerrarse en uno mismo. Si a lo anterior le sumamos la falta de hábito para comunicarnos hace que no contemple como alternativa hablar con otra persona para expresarle lo que siento. Creo que en ocasiones la gente más joven no expresa lo que siente ni se comunica porque no lo hace con frecuencia. Ese hábito se está perdiendo.

Si lo extrapolamos al deporte, vamos a encontrarnos deportistas que se comunican poco y/o mal con sus compañeros en el terreno de juego. Oigo con frecuencia comentar a los técnicos que no se comunican bien sus jugadores o que les falta interacción entre ellos.

Hablando se entiende la gente. Es el camino para que la comunicación sea efectiva.