Gestión del conflicto

 

En el mundo del deporte, uno de los principales problemas para no alcanzar el alto rendimiento, es la mala gestión del conflicto.

 

Esta mala gestión de los “egos” en el vestuario es lo que hace que los jugadores en vez de remar juntos hacia el mismo objetivo busquen su propio beneficio en perjuicio del equipo. Es de lo que habla Phil Jackson en su libro “Canastas Sagradas” cuando dice que hay que lograr que los jugadores renuncien al “yo” por el “nosotros”.

 

Por ello, el papel del entrenador es clave en la resolución de conflictos a la hora de afrontar una situación difícil que atraviesa el equipo. Si se logra caminar juntos se saldrá rápidamente y se aprenderá. Si cada uno hace la guerra por su cuenta el equipo está abocado al fracaso

 

Una de las principales funciones de un entrenador es la de saber gestionar su vestuario. En ocasiones, dichos entrenadores lo olvidan y centran mucha atención en lo técnico, en lo táctico, en lo físico. Es decir, el entrenador deportivo tiene que ser bueno en todo, pero si no sabe comunicarse con su equipo, si no sabe escuchar, si no es inteligente en la gestión emocional de su equipo, estamos seguros de que no alcanzarán un alto rendimiento.

 

Ahora los entrenadores tienen que ser líderes y gestionar con inteligencia emocional su equipo si quiere obtener el éxito. Se ha acabado el tiempo en el que el entrenador ejercía el “ordeno y mando”.

 

Los jugadores son los que van a hacer crecer junto con el resto del cuerpo técnico al equipo, son los que van a ayudar a solucionar los problemas del día a día. El entrenador deportivo tiene que entender que sus jugadores no son contra los que tiene que luchar cada semana, ni los que le van a ocasionar problemas durante la temporada.

 

Para aplicar este estilo, el perfil del entrenador y de los jugadores se antoja fundamental para llegar a buen puerto. Si un entrenador tiene una dilatada experiencia como jugador y entrenador, cuando dice algo en el vestuario será aceptado y validado por todo el equipo sin dudarlo, ya que su experiencia y liderazgo lo avalan. Esto es un punto a su favor, aunque tendrá que ganarse día a día la aprobación del vestuario. Tampoco estoy diciendo que un entrenador sin experiencia o que no haya sido profesional no pueda gestionar correctamente el conflicto, pero es evidente que también tendrá que ganárselo, siendo mucho más complicado al principio.