Entrenador estratega

 

Si hay algo que le caracteriza a un entrenador, además de conocer el deporte o ser un buen gestor de grupos, es que, si es completo, es un entrenador estratega.

Y, ¿qué significa ser un entrenador estratega?

En primer lugar, tiene como decíamos un gran conocimiento del deporte. Es decir, lo conoce por dentro, sabe cuáles son sus códigos y tiene un gran control de todo lo que rodea al equipo.

También es clave que sepa gestionar al equipo. Tiene que convencer y persuadir a cada miembro del equipo de la importancia que tiene su participación, o el granito de arena que puede aportar para el buen funcionamiento del grupo, aunque ni siquiera juegue.  Probablemente la cosa más difícil de un entrenador deportivo sea “tener contento” a todo el equipo. He tenido experiencias con equipos que contaba con jugadores de la selección española y no fueron capaces de ganar su liga por no trabajar como equipo. Y también he vivido como con jugadores menos talentosos, han conseguido grandes logros, en parte por la buena gestión del entrenador al tener contento y “enchufado” a todo el equipo.

Si además de lo anterior, el entrenador sabe “leer los partidos”, prepara con gran esmero los entrenamientos, y tiene claro y acierta en la mayoría de las decisiones que toma en la competición, podríamos decir que es un entrenador estratega.

El entrenador estratega no tiene que ser siempre defensivo u ofensivo. Sabe adaptar su sistema a su equipo, al rival, a las circunstancias, al marcador. Creo que el entrenador estratega tiene un gran control emocional sobre sí mismo y sobre cada una de las situaciones que se dan en la competición o los entrenamientos. Sin este control emocional, en vez de acertar casi siempre, se equivocaría en la mayoría de los casos.

Hay veces que incluso sorprende al rival o al propio equipo plateando el partido de una forma diferente a la que es su manera habitual de jugar. En esta “sorpresa” suele sacar ventaja al rival y recoger sus frutos.

El entrenador estratega diferencia entre “querer” y “necesitar”. Es decir, el entrenador no utiliza esa estrategia como fin último, sino que es un medio. No necesita sorprender en todo momento, sino que aplica la sorpresa si va a ser útil. Quiere aplicar, innovar o sorprender para sacar un beneficio. No lo hace para demostrar a nadie, ni porque lo necesite para justificar algo. Lo hace por el bien del equipo y siendo inteligente.