El desequilibrio lleva a la infelicidad

 

Cada día las personas luchan por conseguir sus propósitos. Y eso no es malo. Lo malo es confundirse o hacerlo con gran desequilibrio. El desequilibrio lleva a la infelicidad, y hace que se pierda de vista otras áreas de la vida tan esenciales como la familia, los amigos, el ocio, la salud, …

 

Cuando una persona se sumerge en un proyecto tiene el peligro de descuidar facetas que antes tenía presente y que le hacían feliz. En el mundo de la empresa y del deporte es muy común trabajar tanto y dedicarle tantas horas que hace que pierdas tu ocio, tu salud, tus amistades, y en ocasiones hasta tu familia.

 

Aquí el problema no está en perseguir tu meta, sino en saber gestionar por un lado el tiempo dedicado y por otro tus emociones. Cuando en tu vida se presenta una oportunidad laboral o deportiva, te vuelcas de tal manera que puedes perder el rumbo.

 

Conozco personas y deportistas que están en la élite, han conseguido lo que se proponían, pero han acabado muy solos e infelices en sus casas o mansiones. Sin embargo, también conozco a deportistas y empresarios que han establecido prioridades y han sabido equilibrar todas las áreas de su vida. Estas personas disfrutan cada día de haber conseguido lo que soñaban, pero encima lo comparten con su entorno más cercano sin perder sus valores y sus orígenes.

 

El otro día hablaba con un exjugador profesional de fútbol y me decía que desde que empezó a jugar en la élite tenía claro que lo más importante era su familia. Sus decisiones y sus equipos eran consensuados con su pareja y decidían lo mejor para todos. En la actualidad, vive retirado del fútbol, tiene sus negocios propios que le dan para vivir, y comenta que cuando “colgó las botas” pensaba en todo el tiempo que iba a tener para disfrutar y compartir con su familia. Por eso no tiene melancolía de su anterior etapa, y vive el presente y el futuro con ilusión y proyectos.

 

Es evidente que es más fácil por ejemplo dejarlo todo y dedicarte a una cosa (trabajo o deporte profesional) pero este desequilibrio tiene muchos peligros: el primero que te lo juegas todo a una carta sin tener plan B, el segundo que te obsesionas con tu meta y no lo disfrutas, aunque lo consigas, y el tercero que pierdes muchas cosas y personas importantes sin necesidad de hacerlo. El desequilibrio lleva a la infelicidad.