Aceptar el fracaso

 

Hay un factor muy importante en la vida y en el deporte y es aceptar el fracaso cuando no se consigue algo. No estamos hablando de no estar motivados, o no marcarse objetivos ambiciosos, sino de trabajar al cien por cien para conseguir lo que uno quiere y si no se consigue ser capaz de aceptar y gestionar dicho fracaso.

Hay una gran diferencia entre los deportistas y personas que no se permiten fallar o fracasar y los que contemplan el error o el fracaso como una posible opción sin, evidentemente, querer hacerlo. Ambos pueden tener metas muy ambiciosas, aspiraciones muy grandes o deseos muy intensos de conseguirlo. Pero como decía anteriormente, la diferencia la marca la forma en cómo se aborda el camino para conseguir los objetivos.

Los que no se permiten fallar ven el camino o el proceso como algo inevitable que les hace sufrir y que tienen que pasar cuanto antes. Sin embargo para el que contempla el error, el fracaso es una parte más del viaje, es consciente de que el camino más recto no siempre es el óptimo y disfruta aprendiendo de cada paso que da.

Cuando alguien no se permite fracasar, el miedo le invade y actúa muy condicionado por él. No contempla equivocarse, fallar, parar. Y como esto es imposible, comienza a evitar retos que le implican un riesgo real de fracaso. Además, cuando fracasa, se siente tan hundido y su frustración es tan grande que ese miedo se intensifica cada vez más.

Cuando alguien se permite fracasar, lo ve de una manera totalmente diferente. Aunque no le gusta, comprende que el error o el fracaso forman parte del aprendizaje y del éxito. Cada vez que alguien se desvía del camino encuentra nuevas opciones y oportunidades. Y además, como no tiene pánico al fracaso puede aprender de él y luego seguir intentándolo y esforzándose para conseguirlo.

Por último, las personas que no se permiten fracasar, lo único que les preocupa el conseguir sus metas. El camino no tiene ningún valor para ellos y lo ven como algo por lo que tienen que pasar. En contraposición, los que se permiten fracasar, disfrutan del camino, disfrutan de la meta conseguida cuando llegan a ella, viven el momento presente y esto hace que puedan ser más conscientes del camino recorrido y logrado.

Si aprendemos a aceptar el fracaso y lo sabemos gestionar de manera inteligente podremos, además de conseguir más metas, disfrutarlas.