SELECCIÓN ESPAÑOLA DE BALONCESTO (MUNDIAL 2006). QUIEN NO SE EMPEÑA NO GANA. 

 

Corría el año 2006. En España el deporte vivía sus mejores momentos.  Los Fernando Alonso, Nadal y compañía ganaban por todo el mundo.  

 

En baloncesto después de la mítica plata en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 1984, donde no había ni línea de tres puntos, España únicamente había conseguido alguna medalla en europeos. Pero le faltaba la guinda. Faltaba convertirse en campeones del mundo o de los Juegos Olímpicos.

 

Y esto ocurrió en el Mundial de Japón 2006.  Después de una clasificación brillante, con el equipo mostrando unos valores sólidos como equipo, divirtiéndose y superando grandes obstáculos, como la lesión de su mejor jugador, Pau Gasol para la final, la Selección Española de Baloncesto se proclamó Campeona del Mundo venciendo en la final a Grecia por un contundente 70-47.

 

No sólo fue significativo la consecución del oro sino la forma como se consiguió. El equipo disfrutaba en la cancha buscando su mejor versión. La competición para este grupo no fue un sufrimiento sino un lugar donde la armonía, las ganas de jugar juntos, la confianza, la motivación, la diversión eran su bandera. No estaban ganando de cualquier manera, estaban ganando con un propósito, estaban siendo un ejemplo.

 

Un gran entrenador, Pepu Hernández, junto a una serie de chicos talentosos que tenían un denominador común: la pasión por el baloncesto, se unieron para trabajar juntos con un objetivo común que era ser campeones del mundo.

 

Como dijo Pepu: “los elegidos sabían perfectamente por qué se les había convocado entre los doce mejores, y no por ser los doce mejores jugadores sino por ser las doce mejores personas que podían formar parte de la selección española”. Como vemos para conseguir una cosa primero hay que ser y luego hacer para finalmente obtener. La persona es lo primero, lo más importante, antes que el jugador. Por ahí es por donde se construye un equipo ganador.

 

Después de este oro, España ha prolongado y aumentado su palmarés como selección: varias medallas de oro, plata y bronce en sendos europeos, así como varias medallas en Juegos Olímpicos confirman el crecimiento del baloncesto español.
Pero lo mejor que hizo este grupo de chicos fue mostrar al mundo su amor y pasión por su deporte. Como dijo su entrenador: “lo aconsejable es guiarse por los gustos, perseguir lo que uno anhela y luego tomar decisiones. Si perdemos la vocación (y la pasión) nos anulamos. Hay que intentarlo, apostar. Quien no se empeña no gana”.