Desde que era muy niño me intrigaba qué producía felicidad. Ya de adulto, creo que conocer los químicos de la felicidad, me ha ayudado a trazar un camino o viaje para encontrar dicha felicidad.

Si buscamos la definición de felicidad, podemos encontrar que es un: “Estado de ánimo de la persona que se siente plenamente satisfecha por gozar de lo que desea o por disfrutar de algo bueno”. Precisamente esto es lo que buscan las personas a lo largo de su vida, disfrutar de algo bueno, sentirse plenamente satisfecho. La cuestión muchas veces es cómo conseguirlo o cómo llegar a este estado de ánimo.

Y en este punto es interesante conocer los químicos de la felicidad, lo que producen y qué es lo que lo favorece. Lo que está claro es cómo no ser feliz. Muchas veces es mejor saber lo que no produce felicidad para luego saber qué lo produce.

Cuando una persona tiene miedo (real o imaginado), es un mar de dudas, está estresada, genera cortisol. El cortisol es el mayor enemigo de la felicidad. Si se mantiene en el tiempo puede generar enfermedades mentales y físicas.

Frente al cortisol, está generar los químicos de la felicidad. Hay varios, pero hoy vamos a centrarnos en dos: la oxitocina y la dopamina.

La oxitocina suele llamarse “la hormona de la felicidad” o “la hormona de los vínculos emocionales”. La tenemos grabada desde que somos bebés y nuestra madre nos abraza. Por tanto, pertenecer a un grupo o sentirse querido y valorado favorece su aparición. También saber quién eres, y para qué estás aquí genera oxitocina. Cuando estás conectado con tu propósito vital y te centras en tu interior sientes una felicidad duradera y plena.

Por otro lado, está la dopamina. Si bien es cierto que la dopamina está relacionada con cumplir objetivos y dar pasos hacia dichos objetivos, también está relacionada con la gratificación momentánea y el éxito fugaz. Las compras online, el ganar un partido o un título produce dopamina. Y no está mal hacer una compra o ganar un partido. Lo que sí es perjudicial es necesitarlo o que tu felicidad dependa de ello.

Hace poco estuve con un gran deportista ya retirado y me hablaba a su manera de todo esto. Él me decía que la felicidad que dura poco está en una victoria, en un título, en un contrato nuevo. Pero la felicidad duradera estaba en tener compañeros de vestuario que se convierten en amigos para toda la vida, en tener unos valores y saber tu misión en la vida y estar en paz contigo mismo porque lo has hecho lo mejor que podías.