Liderazgo deportivo

 

Es muy habitual en el deporte hablar del liderazgo deportivo. Es también un tema muy candente en la empresa.

En muchas ocasiones la conversación se queda en la típica pregunta de si el líder nace o se hace. Esto realmente no es lo importante, sino saber cómo liderar o cómo mejorar tu liderazgo, primero propio y luego con tu equipo. Podríamos decir que el líder primero tiene que surgir (nacer), pero luego tiene que hacerse (curtirse y trabajar lo que se llaman las “habilidades personales” o soft skills) para poder ejercer dicho liderazgo.

Lo que está claro es que en el deporte cuando un entrenador no ejerce un liderazgo adecuado el equipo “hace aguas” por todos lados y el rendimiento baja. Como no hay nadie que fije el rumbo, el equipo va a la deriva. Y en los momentos malos el equipo no estará unido, afectando tanto a los resultados como al ambiente del equipo.

En la empresa ocurre algo similar. Cuando los trabajadores no tienen alguien que sea el referente, un líder que esté con ellos en “las buenas y en las malas”, no se lograrán los objetivos marcados por la empresa y las personas estarán deseando irse a su casa en vez de disfrutar y rendir en el trabajo.

Todos hemos tenido experiencias laborales de las dos clases. Trabajos donde no disfrutabas, donde ir era un verdadero calvario y trabajos donde se pasaban las horas volando y donde te sentías muy a gusto. En el primero estabas deseando salir de él y en el segundo te sentías muy identificado y tenías “orgullo de pertenencia”. En ambos casos el rol del líder se antoja fundamental. Muy probablemente en el trabajo donde no disfrutabas no existía el líder o lo ejercía de manera negativa. Y en el trabajo donde te sentías orgulloso, el líder te apoyaba, te comprendía y te hacía sacar lo mejor de ti mismo para el bien de la empresa.

Para ello, un líder tiene que trabajarse primero él, interiormente, y luego aplicarlo con los demás. También el líder tiene que apoyar a su equipo en todo momento. Hay que tener en cuenta que las personas cuando valoran su trabajo no lo hacen tanto por su salario, sino por la calidad de las relaciones humanas y la interacción con el resto del equipo. El líder, además, como confía en él mismo, es capaz de confiar plenamente en su equipo y delegar en los momentos que corresponde. Por último, un líder es un guía para el equipo aportando claridad, visión y objetivos claros.

Cuando se ejerce este liderazgo deportivo, no tendremos los resultados asegurados pero estaremos muy cerca de ellos.