El otro día hablando con unos amigos salió la conversación de la buena suerte. Charlábamos sobre personas que conocemos y alguno decía que había gente que tenían muy buena suerte. Que lo que eran, hacían o tenían había sido cuestión de suerte.

Creo que la suerte es estar en el lugar adecuado, el día indicado. Pero la buena suerte es algo diferente. La buena suerte tiene que ver con estar en primer lugar preparado. Es decir, te pueden “enchufar” en un buen puesto de trabajo porque conoces a alguien o porque pasabas por allí, pero luego tienes que demostrar tu valía y “ganarte” el puesto con tu trabajo. Si no acabarás en la calle.

En segundo lugar, la buena suerte tiene que ver con tu actitud y la forma de interpretar los acontecimientos y la vida. Si te levantas todos los días con energía, con ganas de trabajar y ayudar a los demás, tendrás más opciones de tener buena suerte que si te quejas desde el minuto uno de tu vida y de todo lo que te rodea. Además, si ves cada situación, cada vivencia con perspectiva y sin ninguna carga emocional, seguro que verás cosas positivas donde otros lo ven todo negro.

En tercer lugar, es fundamental las relaciones personales. Las personas que les gusta hablar y relacionarse con otras personas y ayudar a los demás, establecen lazos y amistades duraderas que mejoran el ambiente de trabajo y el día a día. Esto hace que cuando haya una oportunidad laboral o cuando quieran celebrar una fiesta, siempre se acuerden de ti, ya que eres una persona que “emite buenas vibraciones” e importante para esas personas. Sin embargo, si eres una persona solitaria, que no se relaciona con nadie y que piensa única y exclusivamente en uno mismo, todas estas opciones que hablábamos anteriormente se esfuman rápidamente.

Por último, es clave el no aferrarse al resultado, no aferrarse a querer conseguir las metas, objetivos a toda costa ya que haciéndolo de esta manera, sin querer lo bloqueas. Es mejor para ti y para los demás hacerlo de otra manera más “ecológica”. Si vas con optimismo y tranquilo por la vida, sin querer pisotear a nadie y dejas que la vida te sorprenda vas a tener nuevamente más opciones. Al estar en un estado de relajación óptimo vas a ver las oportunidades que otros no verán.

Todo lo anterior es tener buena suerte. La buena suerte no es casualidad, es causalidad.