La exigencia en el deporte es algo de lo que hablo y converso a menudo con técnicos, deportistas y otras figuras del deporte.

Siempre se ha dicho que hay que trabajar más que nadie y que te tienes que exigir cada vez más y más si quieres progresar. Estando de acuerdo en que, como se dice, el trabajo no se negocia y que la exigencia tiene que ser máxima si quieres conseguir alto rendimiento, creo que hay que ser conscientes de cómo funciona la curva del rendimiento.

Es evidente que cuando un deportista, un entrenador o cualquier persona no se exige ni trabaja nada, su rendimiento es bajo y los resultados son malos. Pero hay que tener cuidado, ya que, si la exigencia y el trabajo sobrepasa las capacidades de respuesta del deportista o en entrenador, curiosamente el rendimiento comienza a bajar y los resultados empiezan a ser malos.

Por tanto, como se suele decir, “en el medio está la virtud”. Hay que individualizar la exigencia en los deportistas y encontrar ese punto medio donde la exigencia y el trabajo hacen que el deportista mejore, progrese y su rendimiento cada vez sea más alto.

Te voy a poner un ejemplo. Si tengo un deportista que no suele trabaja, además de hacerle tomar consciencia de la importancia que tiene este factor, tendré que empezar a exigirle, a aumentar sus responsabilidades y cuidados. Tendré que “apretarle” cada día para que su rendimiento mejore progresivamente. Pero si tengo otro jugador que es muy trabajado, que se autoexige demasiado, no puedo tratarle igual que al anterior. Es posible que para que aumente su rendimiento le tengas que dar un mensaje diferente e incluso pedirle que no trabaje tanto y se relaje o descanse para que su rendimiento mejore o sea óptimo.

Puede parecer una contradicción, el no pedir más y más a un deportista para que rinda mejor. Pero te puedo decir por experiencia que funciona. Cuando un deportista o entrenador se autoexige demasiado, si tú además le “aprietas”, puede tener efectos negativos en el rendimiento. Sin embargo, al tomar perspectiva de la situación, al relativizar en ocasiones las cosas, al relajar y tranquilizar al deportista, lo que sucede es que deja de estar tensionado y eso le provoca saltar a la pista o al terreno de juego con más tranquilidad, más suelto y con más confianza. Y de esta forma su rendimiento mejora.

La exigencia en el deporte, por tanto, es un factor que hay que tener en cuenta a la hora de trabajar con los jóvenes deportistas y con los deportistas de élite. Bien gestionada te ayudará a mejorar el rendimiento, pero mal utilizada puede hacerte fracasar sin que sepas bien por qué sucede.