Las vacaciones de Navidad son un periodo especial para cualquier deportista. Aparecen el descanso, los encuentros familiares y los cambios de rutina, pero también cierta sensación de desorden que puede afectar a tu bienestar mental y a tu confianza deportiva. Desde el coaching deportivo, estas fechas pueden convertirse en una oportunidad para cuidarte y volver con más energía. Aquí te comparto 5 tips clave, acompañados de ejemplos prácticos.

 

  1. Mantén una rutina flexible (sin exigirte perfección)

No se trata de entrenar como en plena temporada, sino de conservar ciertos hábitos que te aporten estabilidad: horarios de sueño razonables, algo de actividad física o momentos de desconexión consciente. La rutina flexible ayuda a tu mente a no entrar en modo “todo vale”, evitando la sensación de descontrol al volver.

Ejemplo práctico:

Define dos o tres hábitos “no negociables”, como levantarte a una hora similar, salir a caminar 20–30 minutos, dedicar 5 minutos a estiramientos o respiraciones o hacer un entrenamiento de mantenimiento. Esto evita la sensación de “haber perdido el control” cuando vuelvas a entrenar.

 

  1. Ajusta tus expectativas y redefine el descanso

Uno de los mayores enemigos en Navidad es la autoexigencia excesiva. Esperar rendir igual que durante la temporada suele generar frustración. Recuerda que descansar también es parte del entrenamiento.

Ejemplo práctico:

Antes de las vacaciones, escribe qué significa para ti “descansar bien” (por ejemplo: dormir más, entrenar suave, desconectar mentalmente). Tenerlo claro te ayudará a disfrutar sin culpa y a evitar pensamientos como “estoy perdiendo el tiempo”.

 

  1. Cuida tu diálogo interno

Las fiestas suelen activar pensamientos como “estoy perdiendo la forma” o “debería hacer más”. Observa cómo te hablas y cambia la crítica por mensajes funcionales. Un diálogo interno compasivo y realista te ayudará a volver con más confianza y menos presión.

Ejemplo práctico:

Cada vez que aparezca un pensamiento tipo “debería entrenar más”, sustitúyelo conscientemente por uno funcional: “Ahora estoy en fase de recuperación y eso me ayudará a rendir mejor después”. No se trata de autoengañarte, sino de hablarte con realismo.

 

  1. Reconecta con tus valores deportivos

Las vacaciones son un momento ideal para reflexionar sin la presión del día a día. Volver a conectar con el porqué de tu práctica deportiva fortalece la motivación.

Ejemplo práctico:

Tómate 10 minutos para responder por escrito a tres preguntas:

– ¿Qué me aporta el deporte a nivel personal?

– ¿Qué disfruto realmente de entrenar?

– ¿Qué quiero cuidar más en el próximo año?

Este ejercicio ayuda a volver con objetivos más claros y alineados contigo.

 

5.Cuida tu energía emocional

Familia, compromisos, viajes… pueden ser muy enriquecedores, pero también agotadores. Aprende a poner límites, a escuchar tus necesidades y a reservar espacios para ti. Tu energía emocional es un recurso clave para el rendimiento y merece atención.

Ejemplo práctico:

Si sabes que un día estará lleno de compromisos, reserva previamente un espacio corto solo para ti: leer, estirarte, escuchar música o simplemente no hacer nada. Cuidar tu energía emocional es cuidar tu rendimiento.