El deportista enfocado es un concepto que me gusta utilizar para explicar a los jugadores cuál es la clave fundamental para conseguir alto rendimiento en situaciones emocionales difíciles y en eventos que ellos consideran importantes.

Es evidente que el deportista se tiene que cuidar fuera de los terrenos de juego, es decir, tiene que tener una alimentación adecuada, un descanso adecuado, un trabajo preventivo y una vida familiar y social equilibrada. Todo lo anterior es indispensable para poder rendir, aunque siempre habrá alguien que te diga que Maradona y Romario no se cuidaban y fueron de los mejores del mundo. De acuerdo, puede que no se cuidasen mucho, pero estos dos jugadores tenían unas condiciones extraterrestres, y además tenían la clave del deportista enfocado: sabían cuáles eran sus fortalezas y su actitud frente a la competición era de confianza, disfrute y objetivos claros.

Cuando un deportista se focaliza en lo que hace mal, puede llegar a obsesionarse e incluso olvidar todo lo que hace bien. No estoy diciendo que no tengas que corregir errores y mejorar lo que no haces bien. Lo que estoy diciendo es que tienes que partir de tus fortalezas, saber en qué eres bueno para poder utilizarlo en tu favor. El foco tiene que estar en lo que se te da bien.

La explicación es sencilla: si soy consciente de lo que hago bien, mi confianza y mi seguridad aumentarán y esto conlleva un aumento de mi autoestima. Si soy consciente de que lo que he conseguido ha sido fruto de mis fortalezas y no ha sido por suerte o casualidad la confianza, la seguridad y la autoestima me harán fuerte en las situaciones emocionales difíciles y en los momentos clave.

¿Qué hace además que un deportista tenga grandes resultados? Pues su actitud. Y aquí nuevamente puede decir alguien: “Yo tenía mucha actitud cuando era joven, pero no llegué a nada en el deporte”. Evidentemente que además de esta actitud te tienen que acompañar cualidades físicas y técnicas. Pero la actitud es lo que inclina la balanza para un lado u otro en la competición, en las situaciones difíciles y en los momentos clave.

La actitud tiene que ver con la forma en que interpretamos lo que nos está sucediendo. Normalmente cuando un jugador juega una final tiene dos caminos: verlo como una oportunidad y disfrutarlo o verlo como una amenaza y bloquearse. La actitud que asuma va a condicionar el rendimiento.

Por tanto, el deportista enfocado tiene una actitud positiva hacia la competición. La ve como una oportunidad de crecer, de mejorar, de disfrutar; se centra en sus fortalezas y además tiene confianza y seguridad en él mismo. Pregúntate si eres un deportista enfocado…